Dame tus ojos, Madre, para saber mirar si miro con tus ojos, jamás podré pecar. Dame tus labios, Madre, para poder rezar, si rezo con tus labios... Jesús me escuchará. Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar, es tu lengua patena de gracia y santidad. Dame tus manos, Madre, que quiero trabajar, entonces mi trabajo, valdrá una eternidad. Dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad, cubierta con tu manto al cielo he de llegar. Dame tu cielo, oh Madre, para poder gozar , si tú me das el cielo, ¿qué más puedo anhelar? Dame a Jesús, oh Madre, para poder amar, ésta será mi dicha por una eternidad. Amén.
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