Señor Mío Jesucristo, rocíame a mi que soy un indigno siervo tuyo, pecador, con tu lluvía y estaré purificado; límpiame y mi alma tendrá la blancura de la nieve. En tu grandeza y misericordia, Señor, aucérdate de mí. Concédeme tu ayuda y oye mi plegaria. Que mi voz se eleve hacia tí como incienso en tu presencia. Escúchala y dígnate enviernos desde lo alto de los cielos a tu Santo Angel con el fin de que cuide, favorezca, proteja y defienda a todos los habitantes de esta casa, dame un buen comienzo del día. Yo te lo pido, Señor. Amén.
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