Padre celestial, que nos has revelado tu bondad en la vida y la palabra, en la Pasión, la Muerte y la Resurrección de tu Unigénito, nuestro Señor Jesucristo: despierto a tus bienes y a mis males, vengo a implorar tu misericordia para mi vida, para mi muerte y para el destino eterno que me aguarda. Desde ahora quiero aceptar tu designio sobre mí, porque comprendo que tu voluntad habrá de realizarse, con mi acatamiento o sin él, pero me parece que redunda en gloria tuya que mis rebeldías se abajen ante tu majestad y que mi voluntad busque servirte no por necesidad sino por amor. Reconozco tu providencia sobre toda mi vida; ahora sé que siempre me cuidaste, incluso cuando yo me descuidaba, y que estabas más dispuesto tú a procurar lo que me hiciera bien que yo a evitar lo que podía hacerme mal. Y así admito que no he sido buen señor de mi vida,
reflexiones espirituales cortas,reflexiones espirituales escritas,que es reflexion espiritual,reflexiones espirituales catolicas,reflexiones espirituales para jovenes,reflexiones espirituales cristianas,reflexiones espirituales para el alma,reflexiones espirituales habladas,