Vela por tu hijo, ¡Oh Señor! conforme aumentan sus días. Bendícele y guíale doquiera se halle, guardándole sin mancha de este mundo. Fortalécele cuando permanezca en pie, consuélale cuando se sienta desanimado o triste, levántale si cae y que pueda permanecer en su corazón todos los días de su vida la paz que excede a todo entendimiento mediante Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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