Oh glorioso San Rafael, tu que guiaste a tobías en la prueba de Gabelo y devolviste la vista a su anciano Padre, consuelanos con los dones que Dios te ha otorgado y dignate como hermanos que somos de la gran familia de Dios, a proveernos de protección y sanación tanto espíritual como material, especialemnte protegenos del maligno y sus obras. Amén.
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