Amadísimo padre Tome con su mano izquierda una vela violeta, símbolo de la espibia finalidad y la maestría. Enciéndala y colóquela frente a una ventana desde la que pueda contemplar el cielo. Sus ojos podrán posarse en ese espacio infinito, máxima expresión de la creación. Poco a poco se irá apaciguando y sentirá la cercanía Dios. Luego, enuncie en voz alta esta oración: Poderoso padre “A ti, Señor, me confío, sé que no quedaré defraudado. ¡Sálvame, Señor por tu justicia, escúchame, ven pronto a librarme! Ven a sacarme del lazo que me echaron porque Tú eres mi defensa; yo pongo mi vida en tus manos, Tú que eres fiel me librarás, la piedad de mí, porque estoy afligido, la tristeza consume mis ojos, mi alma y mi cuerpo. Llega a mis oídos la amenaza de la gente y todo me da miedo. Líbrame de quienes me persiguen; En tus manos está mi destino. ¡Señor, qué grande es la bondad que tienes reservada a tus fieles! ¡Bendito seas por mostrarme tu gran misericordia! “en el
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