Dulce Padre nuestro Señor Jesucristo, te rogamos por tu infinita bondad que reformes al pueblo cristiano
según aquel estado de santidad que tuvo en tiempo de
tus apóstoles. Escúchanos, Señor, porque benigna es tu
misericordia y en tu inmensa ternura vuélvete hacia
nosotros.
Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Por
el camino de la paz, de la caridad y de la prosperidad
me guíe y me defienda el poder de Dios Padre, la
sabiduría del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo y la
gloriosa Virgen María. El ángel Rafael, que estuvo
siempre con Tobías, esté también conmigo en todo lugar y
camino. ¡Oh buen Jesús, oh buen Jesús, oh buen Jesús,
amor mío y Dios mío, en ti confío, no quede yo confundido.
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