Amado
Ángel de la Permanencia, enseñanos a distinguir entre lo que es
verdaderamente duradero y lo que no pasa de ser un atisbo fugaz de la
realidad.
Ayúdanos a identificar los cimientos de nuestras almas y no las olas pasajeras que cruzan sobre nosotros.
De esta manera fijaremos nuestra atención en lo que hay de cierto en nuestro seno.
Ayúdanos
a valorar lo que es permanente dentro de nosotros y lo que posee un
valor perdurable y sostenible en este mundo de constantes cambio.
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