¡OH
gran Dios! Por quien todo se ha librado, líbrame del mal. ¡OH gran
Dios!, que has concedido tu consuelo a todos los seres, otórgamelo a mi
también.
¡OH gran Dios!, que has socorrido y asistido a quien te ha
suplicado, ayúdame y socórreme en todas mis necesidades, miserias,
empresas y peligros: líbrame de todos los obstáculos que me pongan mis
enemigos, tanto visibles como invisibles, en el nombre del Padre, que ha
creado el mundo entero; en el nombre del Hijo, que ha cumplido la ley
en toda su perfección; yo me inclino ante tus pies y me acojo a tu
protección.
Así sea. Que la bendición de Dios Padre, cuya sola palabra
ha hecho todo, sea siempre conmigo, que la bendición de Nuestro Señor
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, sea siempre conmigo; que la bendición del
Espíritu Santo, con sus siete dones, sea siempre conmigo; que la
bendición de la Virgen María, con su Hijo divino, sea siempre conmigo.
Así sea.
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