Espíritu Santo, tu que eres el testigo de Cristo y especialmente lo
serás en estos últimos tiempos en que se hará presente como nunca la
mano de Dios sobre la humanidad para separar los corderos de las cabras.
Ten a bien iluminarnos con tu presencía en nuestras almas,
concediendonos fortaleza y escudo contra las tentaciones; y la
asimilación de la Santa humildad que practico y que vivio tan fielmente
nuestro Señor Jesucristo, el cúal es uno contigo y el Padre Eterno.
Amén.
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