Mi ángel de la guarda, mi defensor y vigía, espíritu puro bajo el cuya
protección me puso el Señor, tu que siempre has tenido una estrecha
unión conmigo, consiente ahora en protegerme todos los días de
accidentes, acechanzas ocultas, y ataques demóniacos, pidiendo si fuese
menester la ayuda de otros ángeles que te ayuden a tal fín, rogandole a
San Miguel Arcángel el Príncipe de la milicia celeste su total
protección durante el día y especialmente durante la noche mientras
descansamos.
Amén.
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