Glorioso Padre nuestro San Juan de la Cruz, a quien el Señor quiso
destinar para compartir con la Santa Madre Teresa los trabajos de la
insigne Reforma de la Orden del Carmelo, hasta poblar ael mundo de
monasterios de descalzos que hicieron célebre vuestro nombre, y venerada
vuestra memoria: yo os felicito porque os cupo tan gran dicha, así como
por la felicidad de que gozáis en el cielo, en justo premio de tantas y
tan grandes virtudes; y os pido, Santo Padre mío, me alcancéis de Dios
un gran amor a la Sacratísima Virgen María, que fue el principal
distintivo de vuestra gloriosa vida, para que, sirviéndola aquí en la
tierra, pueda gozar de ella con Vos en el Cielo.
Amén.
Amén.
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