Gracias
fervientes y rendidas te doy, misericordiosísimo Santo mío, por todos
los beneficios que con tu poderoso valimiento ante el Dios de la
Majestad te has dignado concederme. Tu sola presencia transporta de gozo
el alma y la inunda de esperanza y de consuelo, y todas las veces que
lleno de fe, humildad y confianza he venido aquí, ante tu sagrada
imagen, a pedirte favores del cielo convenientes para mi cristiano
bienestar, confieso que por tu eficaz mediación los he obtenido, y así
lo reconozco agradecido.
Tu misma figura de Angel, de Apóstol y de Médico de los pueblos es para mi alma un beneficio, porque al mirarte en tu altar como un celestial Protector de tus devotos, y al contemplar tu maravillosa vida, tan rica de heroicas virtudes, también mi corazón se siente atraído al amor de Jesucristo Señor Nuestro, que tan bueno es para cuantos le invocan, le aman y le sirven, y que tan grande te hizo en la tierra y en el cielo.
Tu misma figura de Angel, de Apóstol y de Médico de los pueblos es para mi alma un beneficio, porque al mirarte en tu altar como un celestial Protector de tus devotos, y al contemplar tu maravillosa vida, tan rica de heroicas virtudes, también mi corazón se siente atraído al amor de Jesucristo Señor Nuestro, que tan bueno es para cuantos le invocan, le aman y le sirven, y que tan grande te hizo en la tierra y en el cielo.
Y
si de tu presencia paso a la consideración particular de tu inmensa
caridad para con los enfermos, los afligidos y los menesterosos de tu
auxilio, veo-al recuerdo de tus anteriores beneficios-que cada día debo
serte más devoto y esperar de tu intercesión valiosísima y de tu gran
poder todos cuantos más favores necesite para el alma y para el cuerpo,
para mi persona y para mi familia, para la Iglesia de Dios y para
nuestra patria.
Alabo, pues, y bendigo a Dios, glorioso y compasivo Santo mío, por tantas mercedes y extra ordinarios favores como a tus verdaderos devotos acostumbras a conceder, por los íntimos consuelos con que en esta mi humilde, pero filial visita, has tenido a bien favorecerme. Que tampoco en lo sucesivo me niegues tu amabilísima asistencia y tu poderosa protección es lo que al separarme por breve tiempo de tu santa imagen te pido, Santo mío.
Alabo, pues, y bendigo a Dios, glorioso y compasivo Santo mío, por tantas mercedes y extra ordinarios favores como a tus verdaderos devotos acostumbras a conceder, por los íntimos consuelos con que en esta mi humilde, pero filial visita, has tenido a bien favorecerme. Que tampoco en lo sucesivo me niegues tu amabilísima asistencia y tu poderosa protección es lo que al separarme por breve tiempo de tu santa imagen te pido, Santo mío.
Aunque
de tu consoladora vista me retiro, llamado por las obligaciones de mi
estado, tú, sin embargo, jamás dejes de seguirme con tus amantes ojos,
ni de ampararme con tu benéfica sombra, ni de concederme, en fin, los
favores que de nuevo llegare yo a solicitar de tu ilimitada caridad,
para que así, amando a Dios y sirviéndole con una vida de veras
cristiana, y honrándote al mismo tiempo a ti, amabilísimo Protector
mío, sobre todo con la imitación de tus virtudes, merezca por tu
intercesión verme libre de todo mal en el tiempo y alabar contigo la
infinita misericordia de Dios en una eternidad feliz. Amén.
Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por todos los devotos ausentes.
Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por todos los devotos ausentes.
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