Amadísimo Dios Todopoderoso y
Eterno,
mira con amor el rostro de tu
Hijo
y por amor a Él que es el Sumo y
Eterno Sacerdote
ten misericordia de tus
sacerdotes.
Acuérdate, oh compasivo Señor,
que ellos no son sino frágiles y
débiles seres humanos.
Remueve en ellos el don de la
vocación que de modo admirable se consolidó
por la imposición de las manos de
tus Obispos.
Mantenlos siempre cerca de ti.
No permitas que el enemigo les
venza,
para que nunca se hagan
participes de la más mínima falta
contra el honor de tan sublime
vocación.
Señor Jesús, te pido por tus
fieles y fervorosos sacerdotes,
así como por los sacerdotes
infieles y tibios;
por los sacerdotes que trabajan
en su propia tierra
o los que te sirven lejos, en
lugares o misiones distantes;
por tus sacerdotes tentados;
por los que sienten la soledad el
tedio o el cansancio;
por los sacerdotes jóvenes
o por los que estén a punto de
morir
así como por las almas de
sacerdotes en el purgatorio.
Pero, sobre todo, te encomiendo a
los sacerdotes que más aprecio:
el sacerdote que me bautizó o me
ha absuelto de mis pecados;
los sacerdotes que me han
aconsejado, me han consolado o animado
y aquellos a quienes de alguna
forma les estoy más en deuda.
Santísimo, Jesús, mantenlos a
todos cerca de tu Corazón
y bendícelos abundantemente en el
tiempo y en la eternidad.
En el Nombre de Jesús padre Amén.
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