La preocupación de sufragar por
las almas del Purgatorio no es sólo un deber de justicia y de caridad, es
también un gran beneficio, porque las almas del Purgatorio están muy
agradecidas por los alivios que les damos y nos protegen.
Si nosotros con el sufragio
rogamos por ellas, ellas ciertamente responden rezando por nosotros. Sus
plegarias son muy eficaces, porque son santas y nos procuran beneficios
inmensos, tanto para nuestra vida corporal como espiritual.
Por las almas del purgatorio
Entre las obras de sufragio por
las almas del Purgatorio, hay tres que tienen un efecto maravilloso: La
oración, la Santa Misa y las Indulgencias.
1. La Oración:
almas del purgatorio (ft img) 2Es
como un refrigerio que de nuestra alma sube hacia el cielo. También una simple
invocación, una jaculatoria, un sacrificio, un acto breve de amor a Dios,
tienen una eficacia extraordinaria de sufragio. Entre las oraciones que podemos
rezar prevalecen: el «Oficio de los Difuntos», el Salmo 50, el Vía Crucis, y el
Santo Rosario. A todas estas u otras oraciones hay que agregar la santa
Confesión y Comunión; es necesario que en ocasión de la muerte de una persona
querida, todos los pariente se confiesen y comulguen por el alma.
2. La Santa Misa:
Una sola Misa es para ellas de
infinito valor. Los teólogos dividen en tres partes el fruto de la misa:
– Una parte va en beneficio de
todos los miembros.
– Otra parte va en ventaja del
Sacerdote que la celebra.
– La tercera parte va en provecho
de por quien se celebra, y esta parte es aplicable a las almas purgantes. Pero
no
basta celebrar una sola misa por
los difuntos, es necesario hacer celebrar muchas.
La Misa no se divide en tres
partes, estrictamente hablando, pero, lleva en sí tres formas del infinito
tesoro de Jesús: La Iglesia, el Sacerdote y los Fieles Vivos o Difuntos.
3. Las Indulgencias:
Visita de la Virgen al
purgatorioLa indulgencia es una remisión de una pena temporal, adeudada por los
pecados, que la Iglesia concede bajo ciertas condiciones al alma en gracia,
aplicándole los méritos y las satisfacciones abundantes de Jesucristo, de la
Virgen y de los Santos, los cuales constituyen su tesoro y por lo cual anulan
sobre la tierra en todo o en parte la deuda de un alma anulándola también en el
cielo. Hay indulgencia «Plenaria» y «Parcial». Para ganar la indulgencia es
necesario estar en estado de gracia y tener la intención de ganarla. Por la
Comunión de los Santos podemos socorrer a los difuntos, la Iglesia nos da la
facultad de aplicarles este inmenso tesoro de misericordia, reduciendo así sus
penas que son la satisfacción de las culpas cometidas durante la vida presente.
Las indulgencias son tesoros
espirituales con los cuales se perdona la pena temporal merecida por los
pecados ya perdonados. Las indulgencias pueden aplicarse a nosotros o a las
almas del purgatorio. El Papa Pablo VI, en 1967, dictó normas sobre las
indulgencias. Cada día se puede ganar una sola indulgencia plenaria y sin
límite las parciales.
Para ganar una indulgencia
plenaria se necesitan cuatro condiciones:
Confesión
Comunión
Orar por las intenciones del Sumo
Pontífice (bastará un Padre nuestro y Ave María u otras oraciones por el Papa)
Exclusión de todo afecto al
pecado
La confesión puede hacerse varios
días o después de ganar la indulgencia. Conviene que la comunión se haga el
mismo día. Con una sola confesión se pueden ganar varias indulgencias plenarias
en diversos días. Para cada indulgencia plenaria se requiere una comunión
especial.
Se gana indulgencia plenaria:
Visitando cualquier iglesia u
orando por los difuntos el 2 de noviembre.
Igualmente visitando la iglesia
parroquial en el día del titular. (Por ejemplo si usted se llama Ignacio, ir el
31 de julio).
El 2 de agosto por la
«Porciúncula», visitando una iglesia.
Rezando el Santo Rosario en la
iglesia o en familia.
Adorando al Santísimo Sacramento,
a lo menos por media hora.
Leyendo la Sagrada Escritura a lo
menos por media hora.
Haciendo el Vía Crucis.
El viernes Santo venere y bese la
cruz en la solemne acción litúrgica.
Recitando la oración “A Jesús
Crucificado” que se entrega a continuación, los Viernes de Cuaresma delante de
un crucifijo.
Fuente: Iglesia.org
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