en cuyos brazos el mismo Niño
Jesús
parece buscar seguro refugio;
ya que ese mismo Dios hecho Hijo
tuyo como tierna
Madre lo estrechas contra tu
pecho y sujetas
sus manos con tu diestra,
no permitas, Señora,
que ese mismo Jesús ofendido por
nuestras culpas,
descarge sobre el mundo el brazo
de su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa Medianera y Abogada,
y detenga tu maternal socorro los
castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te
pido.
Por la misericordia de Nuestro
señor Jesús Amén.
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