Uno de los poemas más famosos de Charles Chaplin y que nos
ofrece una lección fabulosa sobre el crecimiento personal es “Cuando me amé de
Verdad”, lo escribió cuando tenía 70 años, sin embargo, algunos indican, no ser
de su autoría, sino más bien una adaptación algo libre de un párrafo que
aparece en el libro “When I Loved Myself
Enough” de Kim y Alison McMillen. Más allá de eso, este poema es una bonita
invitación a mejorar como personas.
Algo que siempre intentó Charles Chaplin a través de la
inocencia de su personaje era dotarnos de conciencia, hacernos despertar ante
las complejas paradojas de nuestro mundo. Un lugar donde solo nuestras
fortalezas humanas y psicológicas podrían hacer frente a la sinrazón, a la
desigualdad, a la presencia de la maldad.
Cuando me amé de verdad, Charles Chaplin
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier
circunstancia yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y,
entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… Autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi
sufrimiento emocional no son sino señales de que voy contra mis propias
verdades. Hoy sé que eso es… Autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento.
Hoy sé que eso se llama… Madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es
ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona solo para alcanzar aquello
que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo
mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que
no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me
empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy
sé que se llama… Amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener
tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de
futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a
mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… Simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la
razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la…Humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el
pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que
es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede
atormentarme y decepcionarme. Pero…, cuando yo la coloco al servicio de mi
corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… ¡Saber vivir!
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