
Dicen que las mejores cosas no se
planean, que simplemente suceden y que es mejor no presionar al tiempo. Porque
realmente si algo debe pasar, sucederá de todas maneras. Y si no debe hacerlo,
pues no lo hará. Es simple.
"Por eso de vez en cuando es
bueno no planear ni esperar, dejar de exigir razones por las que seguir
avanzando por un camino que no vemos muy claro y bajarnos del mundo de las
expectativas y de las programaciones."
El hecho de que las cosas sean
más sencillas de lo que en origen nos planteamos nos abre un gran abanico de posibilidades
para disfrutar de la vida desde otra perspectiva mucho más relajada y simpática
para nuestro bienestar.
Todo pasa, todo llega, todo se
transforma
Probablemente todos estaremos de
acuerdo en que somos producto de nuestras circunstancias y de nuestros deseos.
Sin embargo, a veces estos resultan incompatibles o, al menos, nos cuesta
digerir las consecuencias que acarrean. Esto genera preocupaciones que hacen
que nos sintamos angustiados y, como se suele decir, amargan nuestra
existencia.
"En esta ocasión es bueno
que echemos mano de un famoso proverbio árabe que encierra en sí mismo una
lógica aplastante: Si tiene solución, ¿por qué te preocupas? Y si no la tiene,
¿por qué te preocupas?"
Lo cierto es que sí, parece obvio
que no deberíamos preocuparnos de aquello que no podemos resolver, pero dejarse
llevar y mantener la calma en ciertos momentos puede ser prácticamente
imposible.
Por eso quizás lo que debemos
aprender es que hay ciertas cosas que se escapan de nuestro control y que en
muchas ocasiones dejar que la vida fluya y aceptar cuáles son las
circunstancias es la mejor de nuestras opciones.
No somos la coraza, somos la
respiración
Somos aquello que digerimos, las
piedras con las que tropezamos, los rasguños que no curamos y los finales trágicos
de nuestra vida. No somos todo sonrisas, alegrías o verdades, también somos
mentiras (las que nos cuentan y las que nos contamos), somos las críticas y las
lágrimas que no lloramos.
Así que para abarcar con nuestras
riendas todo lo que nos compone lo tenemos más que complicado. Pero esto no
significa que tengamos que desconfiar de la felicidad o, simplemente, de las
casualidades de la vida.
"No se trata de creer o no
creer en el destino, sino de dejar que las circunstancias nos sorprendan y así
abrir las ventanas del relax emocional para que nos ayuden a reavivar nuestros
sentimientos."
"De vez en cuando es
necesario huir de nosotros mismos y de nuestras expectativas. O sea, lavar
nuestra mente para tomar perspectiva, contar hasta diez y rellenar de oxígeno
nuestros pulmones."
Esto nos ayudará a no perder
trenes y a no arrepentirnos de aquello que hemos perdido por nuestra inquieta
manía de marcar los signos de puntuación de un texto. Cuando tenga que ser
punto y final, que lo sea, pero respetemos los puntos suspensivos, las comas y
los puntos y aparte.
Dicen que lo que no te mata te
hace más fuerte y que es precisamente ese impulso el que te ayuda a recorrer
kilómetros y kilómetros de caminos de piedras con los pies descalzos. La verdad
es que la clave está en estrujar los errores y en disfrutar de los vientos del
cambio.
Recuerda que aquellas partes de
ti con las que no conectas habitualmente pierden la fuerza que necesitan para
activarse. Por eso, no dejes que la vida pase mirando cómo se consumen las
pilas de tu reloj, no retrocedas.
Dale continuidad, aprende a
relajarte, a mirar con lupa aquellos pensamientos que te dañan y a contemplar
la vida con paciencia. No intentes planear cada milímetro de tu recorrido, a
veces simplemente necesitas desenfocar tu cámara y dejarte llevar por las
casualidades.
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