El Gobierno de Venezuela ha
confirmado este martes que abatió a Óscar Pérez, el piloto que se había
rebelado contra el presidente Nicolás Maduro. Otros seis agentes que se
encontraban junto al oficial insurrecto también murieron durante el asalto de
tropas gubernamentales en una casa ubicada en la zona de El Junquito, en el
oeste de Caracas, donde el grupo fue encontrado el lunes. Para su localización,
el Gobierno venezolano ha asegurado que contó con información de opositores al
régimen, algo que la oposición ha negado. Pérez estaba en la clandestinidad
desde el pasado junio, tras haber atacado con granadas, desde un helicóptero de
la policía científica, dos edificios oficiales en la capital venezolana.
La noticia sobre el
ajusticiamiento de Pérez, el agente que había organizado una célula guerrillera
y se había alzado en armas contra el Gobierno, ha generado confusión en la
sociedad venezolana y una extraña sensación de remordimiento. El régimen de Maduro
elimina de esta manera a uno de sus enemigos más explícitos, mientras en los
amplios y dispares sectores de la disidencia democrática se purga un extraño
malestar que, dada la inseguridad jurídica del país, no todos están en
condiciones de verbalizar.
Una parte importante de la
opinión pública había dudado de la veracidad de la célula guerrillera de Pérez
y de sus intenciones, atribuyendo sus acciones a un montaje propagandístico sin
contenido. Aunque portavoces civiles y dirigentes en el exilio como el
exalcalde Antonio Ledezma han criticado esta ejecución extrajudicial, los
mandos de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), cuestionada por
Pérez por su parsimonia en más de una ocasión, han guardado silencio.
El Gobierno de Maduro envía con
este procedimiento un poderoso mensaje al país sobre hasta dónde está dispuesto
a llegar en el contexto de la actual crisis. Después de haber protagonizado en
2017 varias acciones armadas, aunque incruentas, en contra del Gobierno de
Maduro, Pérez fue sorprendido a las cuatro de la mañana del lunes por una
comisión mixta de los cuerpos de seguridad del Estado en un escondite de El
Junquito, zona residencial montañosa ubicada en las afueras de Caracas, y
finalmente abatido tras un poderoso asedio que duró casi cinco horas.
Pérez, que había emitido varios
comunicados con advertencias a las autoridades —"no me busquen, que yo los
voy a encontrar", les dijo—, pudo dejar un registro grabado de sus horas
finales una vez que fue rodeado por las fuerzas de seguridad. Sus vídeos se han
vuelto virales en las redes sociales. El agente deja constancia expresa de que
intentó entregarse y negociar su rendición, una solicitud que fue negada de
plano por la comisión policial, que decidió eliminarlo sin contemplaciones.
Antes de morir, ya herido, Pérez envió un mensaje a sus hijos y pudo despedirse
de los venezolanos: "Vendrán tiempos mejores para todos".
Otros seis abatidos
En el operativo para la captura
de Pérez participaron casi 100 hombres. Otros seis de sus compañeros fueron
abatidos y hay varios detenidos. En los enfrentamientos también murieron dos
agentes de la Policía Nacional Bolivariana, y un dirigente civil que formaba
parte del colectivo chavista Tres Raíces, que participó en la toma de la
residencia secreta. Hay otros tres policías heridos.
Pérez fue un funcionario policial
de alta calificación, especializado en acciones especiales en el Cuerpo de
Investigaciones Penales, Científicas y Criminalísticas. Su trayectoria
profesional era inobjetable y era muy respetado entre sus colegas. A mediados
de 2017, cuando las calles ardían en las protestas contra el Gobierno,
protagonizó un sonoro incidente al tomar un helicóptero y sobrevolar la sede
del Tribunal Supremo de Justicia, disparando contra sus instalaciones y
llamando a la desobediencia civil al cuestionar el carácter golpista del
organismo judicial por su labor usurpadora de las funciones legislativas.
Pérez, que hizo varios llamados a
las Fuerzas Armadas para que se pronunciasen, llamaba con frecuencia
"delincuentes" y "narcotraficantes" a los miembros del
Gobierno. Hace unas semanas, en uno de sus últimos golpes, la célula de Pérez
tomó por sorpresa un comando rural de la Guardia Nacional en una zona montañosa
aledaña a Caracas, haciendo prisioneros a todos sus hombres. Después se hizo
viral un vídeo en el cual se veía que los reprimía verbalmente con severidad
por "obedecer a un Gobierno corrupto y sin escrúpulos".
La versión del Gobierno en torno
a la muerte de Pérez fue ofrecida de manera escueta por Diosdado Cabello,
primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, en su cuenta
de Twitter. El dirigente alegó que el rebelde "abrió fuego en contra de la
comisión policial, hiriendo a funcionarios del FAES [Fuerza de Acciones
Especiales de la Policía Nacional Bolivariana]", y que, en consecuencia,
tuvieron que responder.
Este argumento es uno de los más
empleados por las fuerzas policiales venezolanas cuando enfrentan operativos en
contra de la delincuencia procurando saltarse la investigación de los fiscales
y el dictamen de los tribunales.
Fuente: elpais com
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